UNA MIRADA A LA ESCUELA CHILENA
Si bien el arcaico precepto europeo aplicado en Chile La letra con sangre entra, afortunadamente ya no se emplea, siguen coexistiendo otras formas más sutiles de castigar y humillar a los alumnos, como el tradicional salga de la sala o que el maestro ignore por completo a un alumno merecedor de una sanción.
Esta y otras temáticas referidas al quehacer educacional y a la escuela, desde fines del siglo XVIII hasta la revolución de los pingüinos, aborda el libro Una mirada a la escuela chilena: entre la lógica y la paradoja, con investigaciones de la directora del Museo de la Educación Gabriela Mistral, María Isabel Orellana, que será presentado el martes 23 de febrero, a las 19:30 horas, en los jardines de la institución Dibam, situada en Herrera 360, esquina de Compañía.
Estarán presentes la directora de la Dibam, Nivia Palma, y el director de la Fundación SM, Leoncio Fernández, organismo que coeditó la obra de 200 páginas la que, además de los textos de investigación, contiene fotografías del archivo del museo, de sus colecciones y de la biblioteca patrimonial. Será comentada por el Premio Nacional de Educación 2009, Mario Leyton Soto.
Refiriéndose a la obra, María Isabel Orellana comenta: "Este libro no es una historia exhaustiva de la escuela en Chile, porque su propósito es el de instalar ciertos temas interesantes para reflexionar sobre la escuela en estos 200 años".
Agrega que, si bien los pueblos originarios (mucho más antiguos) también tenían métodos para enseñar, el libro quiso tomar a la escuela en el contexto de institución occidental que incluso hasta los primeros años de la República siguió funcionando como la escuela colonial, muy clericalista, orientada a educar a una minoría y donde las mujeres no tenían mucha cabida.
Sobre otros aspectos que aborda la obra, la autora agrega: "Hay un capitulo completo dedicado al mobiliario escolar, los materiales y los métodos que se utilizaban. En los primeros años, las condiciones de la sala de clases eran absolutamente precarias. Los alumnos a veces tenían que llevar las sillas desde su casa. Otro capitulo se refiere a 'La escuela que disciplina y castiga', porque en Chile la escuela ha sido bastante autoritaria, no sólo en términos de la autoridad que ejerce al interior del espacio escolar, sino que también el castigo físico, que estuvo instalado en durante muchos años y estaba socialmente aceptado. Cabinas de castigo (que se exhiben en el museo), palmetas, el guante y el gorro de burro, que los niños de hoy piensan que sólo es cosa de los dibujos animados. Ya no existen esos castigos, pero se han ido instalando otros igualmente crueles".