Autocuidado de las comunidades del patrimonio cultural inmaterial en un contexto de pandemia global
El 1 de abril de 2009, dos personas murieron en el poblado de La Gloria, estado de Veracruz, México y su causa de muerte era una "misteriosa" enfermedad similar a la influenza. Se trataba de la gripe porcina, que un mes más tarde, en plena paranoia colectiva, arribaba a Chile proveniente de República Dominicana en donde dos mujeres habían pasado sus vacaciones.
Las proyecciones, en ese momento, hablaban de la posibilidad de que cientos de miles de personas murieran en nuestro país. Finalmente, la tasa de letalidad en el país solo alcanzó al 0.73% de la población, muy por debajo del promedio en América Latina que llegó a 1.75%, a lo largo de los 14 meses que duró la declaratoria de pandemia para esta enfermedad por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El escenario hoy es radicalmente diferente. El COVID 19 presenta un comportamiento muy distinto con realidades como la de Alemania donde la letalidad del virus es menor al uno por ciento, o la de España en donde cerca de 10 personas de cada 100 infectadas han muerto hasta ahora.
En nuestro país, la cifra de contagiados y de fallecidos aumenta cada día, gran parte de ellos adultos mayores.
Dentro de las recomendaciones transversales que ha hecho la OMS está, en primerísimo lugar, el lavado de manos y la distancia o aislamiento social con el fin de acotar la propagación del virus. Esto procuraría un alivio a los servicios sanitarios de cada país, superados por la facilidad de contagio y, en países como el nuestro, por las enfermedades estacionales habituales en un invierno que en Chile recién se avizora.
Todas estas medidas han sido promovidas y están siendo coordinadas por nuestras autoridades nacionales. Una de las variables que nos ayudarán a enfrentar esta emergencia será justamente el grado de coordinación y cumplimiento efectivo de las disposiciones de dicha autoridad para avanzar en el control del COVID 19. Como nunca el llamado es a actuar unidos a partir del autocuidado propio y la consideración del bienestar de nuestro entorno más inmediato en donde están nuestros hijos y padres atentos a que cada uno haga lo correcto en el ámbito de desempeño que a cada uno le corresponde.
Riesgo para las comunidades cultoras de PCI
Amenazas como las del COVID son, sin duda, un desafío para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial. Muchos cultores, pequeños campesinos, recolectores, artesanos y artesanas, entre otros, que viven de su "patrimonio", están siendo afectados hoy por esta pandemia y seguirán siendo afectados por un periodo que nadie sabe, a ciencia cierta, cómo precisar. Como Subdirección Nacional de Patrimonio Cultural Inmaterial estamos colaborando con las autoridades de nuestro Ministerio de las Culturas, en visibilizar a estas comunidades y sus cultores para que no queden fuera de las acciones de apoyo que ya se están diseñando para el mundo de las Artes.
Sin embargo, y junto con ello, diversas celebraciones, fiestas ritos, actividades productivas y artísticas, de larga data en el país, también se verán interrumpidas debido a esta emergencia durante el presente año. En 2009 se habló de suspender La Tirana y finalmente de todos modos fueron miles de fieles los que peregrinaron para cumplir sus mandas ante la Chinita.
Algunas comunidades ya han previsto lo complejo que podría ser una situación como esta y han tomado medidas al respecto. Es el caso de las dos principales asociaciones de cuasimodistas que han decidido postergar su celebración, que sólo para la Región Metropolitana de Santiago, involucra a más de 10.000 personas. La Asociación Nacional de Cuasimodistas de Chile y la Asociación de Cuasimodistas de Colina han anunciado que no saldrán a "Correr a Cristo", como se ha hecho por casi 200 años, con el fin de cuidar a los enfermos que ellos visitan para llevar la Eucaristía, y también de cuidarse a sí mismos para evitar contagios y, en resumen, no realizar por una vez esta tradicional fiesta en beneficio del cuidado transversal que hoy necesitamos.
No puedo negar que comparto la tristeza de los cuasimodistas que preparan a lo largo de todo un año su fiesta, pero también es un gesto de tal generosidad que, por supuesto, nos compromete a todos a seguir su ejemplo y a tenerlo presente para reflexionar en las nuevas formas de relacionarnos que están naciendo a partir de esta pandemia.
Invito a otras comunidades a mirar este ejemplo y a adaptar a partir de su realidad este gesto, priorizando el autociudado de sus comunidades y familias