Casonas en Barrio Dieciocho ya cuentan con la aprobación para ser declaradas Monumento Histórico
Los inmuebles, obras de Alberto Cruz Montt y Ricardo Larraín Bravo, son un reflejo del periodo republicano del barrio Dieciocho, cuna de la oligarquía industrial santiaguina de fines del siglo XIX y comienzos del XX. Están emplazados en un barrio que gira en torno a la histórica presencia jesuita instalada en 1856, con el Colegio San Ignacio de la Orden de la Compañía de Jesús.
“El conjunto de viviendas son parte indisociable de la valiosa escenografía histórico-arquitectónica de dicho espacio urbano, lo cual se ve reforzado por la presencia de otros inmuebles notables que generan gran unidad urbana al lugar”, dijo Ángel Cabeza, director de Bibliotecas Archivos y Museos, Dibam, y vicepresidente del Consejo de Monumentos Nacionales, CMN, al aprobar la declaratoria ingresada para proteger a los inmuebles.
El hecho histórico que impulsa la conformación urbana del barrio Dieciocho es la construcción del templo jesuita. Este provoca la abertura de la calle San Ignacio de Loyola sobre el antiguo Callejón de Ugarte y perpendicularmente la calle Alonso de Ovalle, para conectar al Colegio San Ignacio tanto con la Alameda de Las Delicias hacia el norte como hacia el poniente.
El emplazamiento de los inmuebles en el encuentro de las calles San Ignacio y Alonso de Ovalle otorga una especial relevancia urbano-arquitectónica debido a su privilegiada relación con Iglesia San Ignacio, Monumento Histórico.
“En los inmuebles se da lo que Ricardo Larraín Bravo denomina ‘diversidad dentro de la unidad’, tras una concepción volumétrica homogénea y fachadas de estilo ecléctico, principal herramienta de lo que serían los postulados del movimiento moderno algunas décadas más tarde”, agregó Ángel Cabeza.
El edificio Eguiguren Yrarrazabal, es parte de un conjunto de inmuebles diseñados por el arquitecto Alberto Cruz Montt y que se construyeron en 1918.
Corresponde a la tipología de vivienda colectiva en esquina de cuatro niveles, de proporción rectangular homogénea. Se trata de una tipología arquitectónica de edificación continua residencial semi-densa del París de Haussmann de fines de siglo XIX, en que se privilegian los volúmenes unitarios.
Por su parte la Casa Valdés Bustamante construida el año 1906, se caracteriza por la distribución de espacios desde lo público a lo privado y diferenciación tanto de espacios destinados al personal de servicio como de las circulaciones. Este inmueble corresponde a un estilo Ecléctico de corriente Neogótica, que fusiona elementos Tudor e influencia francesa.
Es posible que Ricardo Larraín Bravo tomara como modelo de inspiración para su proyecto el Palacio de los Príncipes – Obispos de Lieja de Bélgica, del siglo XVI, siguiendo con la tendencia de la época de imitar la arquitectura europea.
En tanto sobre la casona de San Ignacio N° 85, si bien, la principal pieza arquitectónica del conjunto corresponde a la Casa Valdés Bustamante, debido a su condición de casa esquina y de refinado diseño Neogótico, es un inmueble que asume un papel compositivo indisociable con ella, haciendo cuerpo común tras una simetría volumétrica.
La solicitud de declaratoria será remitida al Ministerio de Educación para la dictación del decreto que los declara Monumento Nacional.