La noticia causó expectación cuando el 15 de febrero, Mario Guajardo y sus compañeros construían la planta Mapocho de Aguas Andina encontrando, a seis metros de profundidad, un fósil con forma de cuerno de 16 centímetros de diámetro y 1,20 metros de largo. El mismo, correspondía a un incisivo o defensa de un mastodonte que habitó la tierra entre 2 millones y 10 mil años atrás.



El hallazgo implicó la inmediata paralización de las obras. Un equipo de expertos dirigido por Rafael Labarca, arqueólogo y perito de la sección de Ecología y Medio Ambiente de la PDI, comenzó a trabajar en la extracción de la pieza ayudado por Rodrigo Otero, asesor técnico en el área de Patrimonio Natural en el Consejo de Monumentos Nacionales, institución adscrita a la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam).



Tras un mes de trabajos y para sorpresa de todos, no se trataba sólo de un colmillo, sino que el hueso seguía hasta encontrarse con el cráneo del mastodonte, con sus cuatro molares unidos a los dos incisivos.



"El cráneo está prácticamente completo y en perfectas condiciones. Hasta el momento no se había recuperado ninguno en tan buenas condiciones", comenta Labarca.



Conocido el hallazgo y las características de conservación de los restos, el área de arqueología del Consejo de Monumentos Nacionales determinó que la pieza quede preservada en el Museo Nacional de Historia Natural.



"El contexto en el que se encontró este fósil corresponde a lo que fuera un ambiente fluvial de alta energía, por lo que se supone que el animal fue arrastrado hasta allí por el caudal de un río. Lo que nadie esperaba es que, por ese solo hecho, el material estuviese tan completo", apunta Otero.



"El cráneo ya fue levantado del sitio y está en un container climatizado que Aguas Andinas proveyó para el caso. No está muy mineralizado y tiene restos orgánicos aún. No estamos hablando de una roca. Se está tratando en laboratorio para consolidarlo y sellarlo. Después, se trasladará a su destino final que es el Museo de Historia Natural", aclaró el profesional.



-¿Qué importancia arqueológica le asigna Ud. a este hallazgo?


"Para estudiar estos gonfotéreos o mastodontes, es necesario que las piezas dentarias y sus defensas estén en el mejor grado de conservación. Y este es el caso, porque otros hallazgos han sido fragmentarios. Este ejemplar tiene sus defensas conservadas en el ángulo que tuvieron originalmente (en vida). Sin duda que es el cráneo mejor conservado entre los recuperados hasta ahora en Chile. Si hasta tiene los molares completos, por lo que se presume que se trató de un adulto maduro con un peso entre 3 y 4 toneladas y una altura de 2 y medio metros", indicó Otero.