“El feminismo es la espina dorsal de este libro”
Invisible para la opinión pública durante más de 40 años, Laura Rodig se caracterizó por su carácter rebelde y comprometido, siendo su lucha principal la emancipación de la mujer, la que enarboló mediante su participación en el Movimiento en Pro de la Emancipación de la Mujer Chilena (MEMCH). Si bien debido a eso conoció la cárcel, la represión y el prejuicio, Laura siempre trabajó arduamente por causas que hoy podemos asimilar a una mirada interseccional: el indigenismo, las infancias y las familias de escasos recursos. Sus múltiples viajes dentro de Chile y el extranjero la conectaron con intelectuales y artistas, que ampliaron su mirada y la llevaron a explorar su sexualidad sin ataduras propias de la época. A la par, crecía como artista y educadora, fue la primera escultora latinoamericana en ingresar a la colección del Museo de Arte Moderno de Madrid y la primera organizadora de una exposición de niñas y niños pintores en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) en Chile.
Con profusa documentación, fotografías, obras de arte y archivos, la investigadora Yocelyn Valdebenito Carrasco (Chillán, 1982) repasa la vida y obra de Laura Rodig (1901-1972), desde sus inicios en el seno de una familia proletaria hasta su muerte en 1972, buscando incansablemente la justicia social mediante la educación y el arte.
Yocelyn es profesora de artes plásticas de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, cuenta con un Postítulo en Filosofía e Infancia, un Diplomado en Archivística y Magíster en Teoría e Historia del Arte, ambos en la Universidad de Chile. Tiene el grado de Magíster en Patrimonio Cultural por la Pontificia Universidad Católica de Chile y es actualmente Doctoranda en el Programa de Protección del Patrimonio Cultural, Universidad de Santiago de Compostela, España. Desde 2009 se ha desempeñado como académica de la Universidad Alberto Hurtado, impartiendo cursos como Historia de la Cultura, Museos y Pedagogía e Introducción a la historia del arte. Además, ha publicado en diversas revistas indexadas y capítulos de libros. Desde 2011 trabaja en el Servicio Nacional de Patrimonio Cultural y desarrolla investigaciones de manera independiente.
La persistencia de una buena idea
La semilla de la investigación se inició en 2012 cuando trabajaba en el Museo Nacional de Bellas Artes y se encontró con una caja de documentación que indicaba que la escultora Laura Rodig trabajaba con infancias y que se definía como “profesora guía orientadora de museos”. Ese término la deslumbró pues poco se sabía de la relación entre educación en instituciones museales. Entre 2017 y 2020 postuló insistentemente a diversos fondos concursables para impulsar esa investigación, pero no tuvo éxito.
Entre medio, en 2018 junto a amigas de la Coordinadora 8M bautizaron en su honor a la brigada Laura Rodig, colectiva de acciones de arte y propaganda feminista. Desde entonces su nombre comenzó a posicionarse en la escena del actual movimiento feminista. En 2019 Yocelyn Valdebenito fue parte del equipo de investigación que realizó la exposición en el MNBA “Lo que el alma hace al cuerpo, el artista hace al pueblo”, que contó con la curaduría de Gloria Cortés y tuvo también como apoyo a Francisca Marticorena profesional del Archivo Mujeres y Géneros del Archivo Nacional. En 2021, Yocelyn publicó el libro “Paisajes culturales. Laura Rodig Pizarro en Magallanes (1918-1951)”, financiado por Fondart Regional 2020 y que contó con el auspicio de la Ilustre Municipalidad de Punta Arenas, donde se indagó en los diversos viajes y actividades artístico-culturales que Rodig impulsó en la región. Finalmente, la esperada adjudicación del fondo concursable llegó en la convocatoria 2022 del Fondart Nacional. Luego de dos años de intensa edición junto a la editorial feminista cuarto propio, el sueño de Yocelyn está convertido en un libro de casi 600 páginas que oscila entre la biografía narrativa, contexto histórico y el ensayo analítico, y en una página web www.lopoliticoesunverbo.com que contiene no sólo información sobre la artista, sino que también material didáctico descargable para docentes.
¿Cómo se ve determinada esta investigación por tu condición de trabajadora de la cultura y los patrimonios?
Se ve totalmente influenciada. Tuve la fortuna de aprender de la experiencia directa con las obras de arte de Laura Rodig en el MNBA. Además, me tocaba todos los días mediar visitas guiadas a escolares y diversos públicos, realizar cursos y seminarios sobre nuestro patrimonio artístico. Fue una gran escuela. Además, como funcionaria del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural se me otorgó una beca para estudiar un diplomado en archivística, lo que fue fundamental para mi desarrollo profesional y por supuesto contribuyó considerablemente para la concreción de esta investigación.
Los funcionarios públicos que trabajamos en patrimonio estamos en directa relación con las colecciones, acervos, archivos, documentos y eso nos pone en una situación de bastante responsabilidad ética no sólo en torno a la preservación, difusión y acceso, sino que también generar conocimiento como bien señala nuestra misión institucional. Nuestra labor es dar acceso para que otros investiguen, pero también es relevante comprender y reconocer que los servidores públicos también investigamos y cuando lo hacemos es fundamental desarrollarlo con perspectiva de género. Por otra parte, fue muy interesante cómo la investigación se iba abriendo y profundizando gracias a los generosos aportes de las y los funcionarios del Servicio en todo Chile. A través de los años me mandaban documentos, datos, fotografías y obras de arte, desde el Museo de Gabriela Mistral de Vicuña, el Museo Gabriel González Videla, el Museo de la Educación Gabriela Mistral, el Museo Regional de Magallanes, el Museo de Arte y Artesanía de Linares, la Biblioteca Nacional, el Museo Histórico Nacional, el Archivo Nacional, entre otros. La verdad es que siento que fui escribiendo este libro junto a los y las colegas del Servicio.
¿Cuál fue el momento más revelador que encontraste durante tu investigación sobre Laura Rodig Pizarro?
Me pareció especialmente interesante estudiar la figura de esta mujer feminista en su espacio íntimo, y de cómo ciertos aspectos de su vida privada vale la pena escudriñarlos en relación a su producción artística e intelectual. Saber que ella estaba muy comprometida políticamente por su militancia en el Partido Comunista, sus actividades artísticas en el circuito de las vanguardias en París, pero que también estaba involucrada en la educación y cuidado de dos niñas, hijas de su pareja la periodista Consuelo Lemetayer. Los aspectos de la vista doméstica y la dimensión emocional raramente son considerados al momento de estudiar la producción creativa de las artistas. Para ello fue especialmente relevante contar con el acceso y análisis de su correspondencia hacia Gabriela Mistral, Carmen Saco, escultora peruana y feminista (a quien estoy estudiando en mi tesis doctoral), así como también hacia Anna Melissa Graves, una sufragista norteamericana clave en la organización de una liga antifascista femenina y el movimiento pacifista para ayudar y socorrer mujeres e infancias de la Guerra Civil Española. Ello posiciona a Rodig en una red feminista de vocación internacionalista que buscaba la equidad y justicia para las mujeres en el mundo, son aspectos que hacen sentido a su trascendente labor.
¿Cómo describirías el impacto de Laura en la escena cultural chilena hoy?
Es una pregunta muy interesante y veo sincronías en las conversaciones que tuvimos con Marisol Vera de la Editorial Cuarto Propio. Cuando una estudia en profundidad la década de los veinte y treinta se da cuenta que son las mismas discusiones actuales: igualdad salarial, reivindicación de las tareas domésticas, derechos sexuales y reproductivos. Toda esa violencia física que se vivía ayer y que hoy tiene nuevas dimensiones mediante las redes sociales, la verdad es que no es una época muy distinta. Actualmente junto al trabajo de varias compañeras investigadoras recobramos la figura de Laura Rodig con sus luchas, dolores, contradicciones y perplejidades, y nos hace pensar cuáles son los desafíos para el siglo XXI.
La pregunta de fondo de este libro es cómo podemos pensar lo político, ya no solo desde la perspectiva de los partidos sino lo político en su sentido arcaico: de qué manera tenemos que construir comunidades, cómo vivimos con unos otros radicalmente distintos, cómo vivir esa diferencia sin agresión, sin la barbarie. La reflexión de esta investigación, y deviene su título, lo político tiene que ver con accionar en la polis (ciudad) en torno a la esfera público-privada para llegar a entendernos como seres humanos más allá de las diferencias bajo el horizonte de la justicia social. Laura Rodig se definía como una obrera de la cultura y pasó gran parte del siglo XX luchando. En el libro también se aborda su trabajo como artista con el análisis de obras como “Desnudo de mujer”, título muy interesante porque la imagen representa un cuerpo andrógino pintado en 1937, hoy diríamos un cuerpo queer, un cuerpo mestizo, moreno que disputa las categorías de género y que abre nuevos sentidos para abordar lo que actualmente llamamos interseccionalidad, es decir las experiencias de opresión en cuánto a género, raza y clase social.
El libro menciona bastante el legado de Laura como pionera en el desarrollo y la educación la mediación en los museos. ¿Puedes profundizar en ese campo?
Rodig trabajó en el Centro Nacional de Museología que coincide con el proyecto de la Unidad Popular pero que provenía de un viejo anhelo de Grete Mostny, otra gran intelectual y científica chilena. Ellas idearon juntas cursos de museografía, en una acción experimental y de avanzada entre los campos del arte escultórico y la ciencia. Por otro lado, la noción de pensar la educación fuera del aula, es algo que viene de los primeros viajes de Laura y Gabriela Mistral, ya que ambas provenían de clase popular y su gran bagaje intelectual lo adquirieron desde la curiosidad autodidacta y la intuición con sed de conocimiento. Por eso para ellas era muy importante dar autonomía a los sujetos en los procesos de aprendizaje, que ésta fuese una experiencia gozosa. Luego de la ruptura de Rodig con Mistral en México, ella se inscribe en 1922 en las misiones culturales indígenas que básicamente se trataba de enseñar a leer y escribir a población adulta, rural e indígena, apoyando la creación de bibliotecas de los lugares más recónditos de México y en ese proceso, Rodig pone especial atención en el dibujo de los niños y las niñas. Para que no quedasen excluidos incorpora los dibujos como una forma de alfabetizar.
Con esas reflexiones, generó en 1927 una primera exposición con los dibujos de niños y niñas mexicanas en Chile. Más adelante, en 1937, comenzó a promover el arte infantil en el Museo Nacional de Bellas Artes, no como algo menor, sino como una experiencia de estudio y vanguardia vinculándolo al psicoanálisis. Ella subvierte la postura adultocéntrica del Museo y aborda la libertad en la relación con el conocimiento; así como también que el museo debía ser un espacio de libre creación para que los niños y niñas desarrollen su potencial. Finalmente, en 1968 organizó una exposición iberoamericana de pintura infantil en el Museo de Arte Contemporáneo con la ayuda de las embajadas de diversos países. En paralelo, estaba articulando en el Centro Nacional de Museología la formación para docentes como orientadores de museos, figura que hoy conocemos como la mediación artística, no solo en el ámbito del arte sino en la convergencia de la ciencia y la didáctica.
¿Cuál crees que es el mayor desafío al investigar y escribir sobre figuras históricas como Laura Rodig, cuya trayectoria y legado han sido subestimados o poco estudiados en la historiografía tradicional?
Voy a decir algo muy básico, pero el principal desafío no es la ausencia de fuentes ni documentos, ellos siempre aparecen y están resguardados en diversos lugares. El mayor problema tiene que ver con las instituciones y la poca valoración que se le da a la investigación. Hay una cuestión clave para que la institucionalidad avance y esto radica en que se reconozca la investigación con enfoque de género como un aporte epistemológico relevante al momento de la valoración patrimonial. Si queremos avanzar en equidad de género y en la justicia social a través del reconocimiento de estas figuras públicas que tanto aportaron al país, se debe otorgar el tiempo, el financiamiento y las herramientas para la investigación. Ese reconocimiento va aparejado con la comprensión que esta labor debe ser remunerada con instrumentos adecuados de financiamiento y condiciones materiales para hacerlo posible, pues es tan importante como la gestión y conservación del patrimonio.