Imágenes, memorias y saberes se activan en trabajo creativo del Colectivo Caja de Cartón
La difusión, producción e investigación fotográfica, desde una mirada descentralizada, colaborativa y crítica de los grandes relatos, es lo que mueve al Colectivo Caja de Cartón (Biobío). Su trabajo en red, principalmente desde el trabajo interregional, se hizo visible a través del proyecto editorial Revista MIRA y una serie de iniciativas de edición colectiva en territorios alejados de los llamados centros culturales. Abrir nuevas zonas de contacto que permitan, desde y con la imagen, develar y difundir memorias colectivas, ha sido el pulso que guiado un camino que desde el año 2012 no ha parado. Parte de ese itinerario se conecta con las experiencias que la personas tienen con su patrimonio inmaterial y natural, así, también, con sus patrimonios familiares y genealogías. El enfoque de género, en estos encuentros, ha sido clave y ha nutrido las narrativas visuales que han co creado junto a las comunidades en sus distintos proyectos y residencias.
Colectivo Caja de Cartón está integrado por las/ os artistas visuales Alejandra Grandon Gutiérrez, Sebastián Rivas Lobos y Andrea Herrera Poblete, quienes actualmente está dedicados a levantar una plataforma virtual que permita explorar narrativas visuales territoriales a través de fotografías del álbum familiar. Proyecto que, sin duda, tiene su archivo en el proceso de residencia que vivieron en Rinconada de Parral (Coltauco), en la región de O´Higgins, gracias al Programa Red Cultura del año 2016. La residencia de arte colaborativo la realizaron junto al Colectivo Las Niñas, agrupación de fotógrafas nacionales con quienes comparten una hoja de ruta común.
RESIDENCIA
La residencia “Tradiciones populares enlazadas a su entorno natural”, buscaba establecer una relación entre el patrimonio inmaterial y natural, a través de una investigación junto a diversas familias de la comunidad como el Club de adultas mayores “Las Violetas”, la poeta Rosa Catejo y cuentista Luis Soto. Se recopilaron fotografías antiguas, archivos, relatos, oficios, y se estableció una estrecha conexión con las mujeres de “Las Violetas”. A través de diversas acciones de creación colectiva se relevaron saberes tradicionales como hacer cazuela de gallina de campo, incluyendo el “tirarle el cogote a la gallina”, preparar tortillas de rescoldo, a pelar mote y cocinarlo con porotos y dialogaron en torno a los poderes de las plantas medicinales que cultivaban, cada una, en sus jardines. Fueron tres meses de actividades y conversación abierta en torno a sus historias y la de sus ancestras, donde la violencia y el machismo eran incuestionables.
Junto al Colectivo Las Niñas, se realizaron retratos de cada participante que se unieron a los testimonios de cada una de estas mujeres para dar vida a la publicación “Raíz”, que alberga y difunde sus historias y saberes que son, también, los relatos de Rinconada de Parral. En esta nota queremos compartir con ustedes este gesto editorial, que contiene las experiencias de esta residencia y, aprovechamos, de conversar con Andrea Herrera sobre esta experiencia y su mirada en torno al cruce Patrimonio y Género.
Dentro del trabajo que realizan en Colectivo Caja de Cartón, ¿cómo entienden o viven las relaciones de patrimonio y género?
“Evitamos hablar de patrimonio como tal, comprendiendo que es una palabra que carga mucho institucionalmente y que continuamente está clasificando o dejando fuera prácticas, saberes y oficios por no cumplir ciertos estándares. Durante los años que llevamos trabajando juntes reconocemos la existencia del patrimonio natural, inmaterial y material pero no nos situamos desde ese lugar específicamente para crear y vincularnos con las personas con las que nos vamos encontrando y trabajando, especialmente, porque nos interesa llegar a las historias que no son contadas ni albergadas en libro alguno, reconociendo incluso el conflicto y la diversidad de versiones que sobre un episodio pueden surgir.
Imagino que desde ese conflicto o incomodidad sitúan su trabajo creativo ¿verdad?
“Sí. Ese dilema nos acerca a crear desde la visualidad y desde lo colaborativo, enunciando con delicadeza los conflictos o sentires más profundos o ligados al dolor y relegando el espacio de selección a instancias colectivas”
Desde esa mirada crítica, ¿qué rescatan del trabajo con las mujeres de Rinconada de Parral y que les gustaría compartir con quienes nos vinculamos a la gestión patrimonial?
“Trabajar con un grupo de mujeres adultas completamente desconocidas, que tienen historias de vidas de mucho sacrificio y violencia patriarcal fue un proceso que hizo remover nuestras propias prácticas y formas de hacer porque no esperábamos trabajar con un grupo de personas que no escribieran ni leyeran, pues solo algunas lograron ir a la escuela. Darnos cuenta de esto nos sacudió y transformó rápidamente nuestro plan, nos hizo buscar nuevas referencias y reconocer nuestros privilegios, dándonos cuenta que teníamos que hacer un proceso paralelo para fortalecer la escucha y canalizar sus vivencias, saberes e historias. Este proceso fue siendo cada vez más afectivo y enraizando confianza, también permitió que distintas generaciones de mujeres se entrelazaran. Nos faltó el tiempo para hacer una edición de las imágenes y contenidos de la publicación de manera colectiva, eso es algo que nos quedó como aprendizaje y desafío”.
Nos quedamos con esta última reflexión para invitarles a conocer la publicación digital “Raíz. Saberes de Rinconada de Parral” y adentrarse en este gesto de archivo y memoria que nos hace tanto sentido desde el Programa Patrimonio y Género.