Restauración de la Virgen del Carmen
Este proceso, que duró catorce meses e involucró a 24 profesionales, en un trabajo interdisciplinario que contó con químicos, fotógrafos, historiadores, restauradores, escultores y policromadores, incluidos dos especialistas extranjeros y permitió recuperar en diversas dimensiones esta histórica imagen.
Después del ataque que sufriera esta popular imagen religiosa perteneciente a la Cofradía Nacional del Carmen (al poniente de la Catedral), en su altar en la Parroquia El Sagrario, la Cofradía y el párroco padre Francisco Javier Manterola, en conjunto con el Centro Nacional de Conservación y Restauración (CNCR), acordaron que un equipo multidisciplinario se encargaría de realizar los estudios necesarios para determinar la factibilidad de recuperar la figura que sufrió graves daños producto del fuego.
En una etapa preliminar se realizó la documentación visual del estado de conservación de esta imagen por medio de fotografías y radiografías, que entregaron información de mucha relevancia para reconocer los cambios posteriores a la intervención. En forma paralela se contactó a prestigiosos centros de restauración y especialistas en madera policromada para indagar sobre casos similares de intervención siendo muy difícil encontrar experiencias previas, ya que, usualmente, frente a situaciones de daño en las imágenes religiosas se había optado por realizar réplicas y desechar las originales. Además, en consideración a la importancia de esta imagen de culto activo, dos historiadoras realizaron estudios contextuales, históricos y estéticos-iconográficos de la imagen para comprender aspectos esenciales al momento de formular una propuesta de intervención.
Una vez aprobada la propuesta, se inició la cuidadosa remoción de los restos de textiles y otros materiales carbonizados con el fin de estabilizar todas las superficies y cuidando de no afectar la madera carbonizada. Los criterios que primaron fueron de la mínima intervención, privilegiando la conservación de la obra, por lo que al consolidar y realizar las limpiezas, sólo se extrajeron aquellos restos sueltos, y se dejaron todas aquellos vestigios originales. Luego, se rellenaron las grietas y fisuras con una pasta de aserrín de madera de laurel.
Durante 6 meses restauradoras profesionales aplicaron ocho capas de base de preparación en los rostros, manos, brazos, base y pies de la Virgen y del Niño, proceso complejo ya que se debe esperar el secado completo, para después lijar con diferentes tipos de granos de lija.
Respecto de los faltantes dedos de la figura, que desaparecieron por efecto del fuego, se tomó la decisión de rehacerlos con un material que fuera maleable y una vez seco tuviera buena adherencia. Una restauradora experta en madera policromada elaboró todos los dedos faltantes de la Virgen y del Niño. Una vez ensambladas nuevamente las imágenes, un escultor de gran experiencia en diversas técnicas fue el encargado de dotarlas con sus respectivos rasgos faciales y terminaciones de manos y pies. Finalmente, el escultor y policromador quiteño Ricardo Villalba, trabajó para dar la apariencia final a la Virgen y el Niño. Con un esmerado y meticuloso trabajo fue dándoles forma. Tanto en la definición de los rasgos como en el proceso de la policromía fue de suma importancia la colaboración de las camareras y el cuidador permanente de la Virgen y el Niño.
El resultado de este asombroso trabajo de restauración fue expuesto en detalle en la revista "Conserva n°15" del CNCR en su número del 2010 algunos de cuyos artículos se pueden descargar desde la sección recursos adicionales de esta misma nota.